martes, 23 de abril de 2013

Omega Centauri, M13 y el centro galáctico


Es difícil determinar la forma de algo en lo que te encuentras dentro y también la posición donde estás, como pasa con el Sol, dentro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Hasta 1915 se pensó siempre que el Sol estaba en el centro de la galaxia, puesto que la distribución de estrellas parecía uniforme en todos los puntos.

No obstante, también se sabía la existencia de más de un centenar de cúmulos globulares, cuya distribución era fuértemente asimétrica. Un cúmulo globular es una agrupación de estrellas muy antiguas adoptando una forma cercana a la esfera. El número de estrellas oscila entre 100.000 y 1.000.000 (como es el caso de Omega Centauri, el mayor cúmulo globular).

En una noche clara y, en ausencia de contaminación lumínica, puedes observar uno de estos cúmulos, M13 a simple vista. Solo tienes que saber dónde está.

Entre 1915 y 1920, un astrónomo del observatorio del Monte Wilson, Harlow Shapley, observando los cúmulos, determinó la distancia a casi 100 de ellos y observó también, que esta distribución parecía esféricamente simétrica en torno a un centro situado en la constelación de Sagitario, de donde dedujo que ahí debería situarse el centro galáctico. 




Hoy, con las modernas técnicas e instrumentos de observación hemos detectado cúmulos no sólo en la Vía Láctea, sino en otras galaxias, como nuestra vecina Andrómeda, donde son hasta 4 veces más abundantes. Sin duda, en un futuro, el estudio de los cúmulos, tanto de nuestra galaxia, como de otras tiene mucho que decirnos acerca de ellas.

Para saber más:
http://astro.ft.uam.es/Docencia/PUMA/Documentos/nuestra_galaxia.pdf http://www.atlasoftheuniverse.com/globular.html


Autor: Juan José SanabriaCumbreño, alumno del máster en Astronomía y Astrofísica (VIU), curso 2012/2013.

martes, 9 de abril de 2013

Un impacto lunar


Ebb y Flow ya forman parte de la Luna y, en particular, de la Historia. Estos dos satélites, que fueron bautizados así por un nutrido grupo de escolares estadounidenses, pusieron punto final a su corta vida (despegaron en septiembre de 2011) el pasado 17 de diciembre de 2012, fecha elegida para que ambos colisionaran en una montaña cercana al polo norte de la Luna.

Tres días antes del impacto, los dos satélites recibieron la orden de descender hasta situarse a una altura cercana a la superficie. Posteriormente, y transcurridas las horas pertinentes de descenso, las naves encendieron sus motores durante un periodo de cincuenta minutos, tiempo suficiente para que el combustible se agotase y fuesen los últimos minutos de Ebb y Flow.

El lugar donde descansarán los restos metálicos de estas naves se llamará Sally Ride, en honor a la primera mujer estadounidense que viajó al espacio y falleció en julio de 2012 debido a un cáncer.

La principal misión de Ebb y Flow era tomar fotografías de la superficie lunar para su posterior estudio. Hasta última hora, más de 115.000 capturas fueron enviadas por las “gemelas”. Sin embargo, y paradójicamente, fue imposible tomar una fotografía de la colisión de Ebb y Flow con la Luna: en ese momento la región norte estaba a oscura. 

Gracias a las capturas de Ebb y Flow, la Luna será un poco más conocida de lo que ya es.
 
Autor: Ignacio Requena Molina, alumno del máster en Astronomía y Astrofísica (VIU), curso 2012/2013.